Pues si, aunque no es necesario para la técnica que voy a proponer, la idea es hacerlo en el pasillo de casa. Se puede hacer en un espacio rectilíneo, preferentemente a cubierto. Más que una técnica, es una práctica. Sirve para hacer una especie de meditación rápida y aumentar nuestra sensibilidad hacia el entorno.
En un pasillo o similar. Nos vendamos los ojos, nos quedamos descalzos (o en calcetines, por aquello de no enfriarnos los «pieses»). Respiramos despacio e iniciamos nuestro paseo, lentamente, paso a paso. Procuramos que los pasos sean cortos, tomando conciencia de nuestras sensaciones en los pies. Así, llegamos hasta el final del pasillo. Nos damos la vuelta y reiniciamos el paseo, pero ahora tomamos conciencia de las variaciones auditivas que vamos teniendo a medida que nos desplazamos. Siempre manteniendo la respiración calmada y controlada.
Parece más complicado de lo que es. En cuanto lo haces un par de veces es fácil, después ya es más fácil cada vez. Una vez te acostumbras a hacerlo, es un ejercicio que te permite serenarte al tiempo que amplía tus capacidades perceptivas. Ayuda a tener también mayor claridad mental y nos enseña a usar la respiración para cambiar nuestro estado. Puedes aprovechar cuando vuelves del trabajo, antes de meterte en la vorágine de las tareas de casa, etc.