El poder del compromiso personal

Si bien ya hablé del Poder del Compromiso y del Permiso que te da para responsabilizarte de tu propia vida, hoy quiero abundar un poco más en el mismo.

Imagina por un momento, estás comprometido con tu salud.

Has decidido ponerte en forma. Como tienes el tiempo justo, eliges salir a correr con un grupo de runners en el que está un compañero de trabajo. Y te proponen un plan de acondicionamiento y paso a paso.

Estás tan motivado y tienes tan buenas intenciones que, incluso, has creado una plantilla de trabajo en tu agenda, con una programación de los días y las horas que vas a dedicar a prepararte y a correr según un plan de trabajo que te ha pasado tu compañero. Mañana después de trabajar, empiezas.

El problema es que no tienes forma de saber cómo te sentirás mañana después de un largo día de trabajo. Te puedes sentir bien y totalmente lleno de energía, como si fueras a comerte el mundo, y sentirte como Superman. O no.

Y llega mañana, y es un día asquerosamente complicado en el trabajo. No tienes tiempo ni para almorzar y, si bien pensabas acabar a las seis, terminas saliendo a las siete y media.

En principio, no es una razón para no presentarse. Tampoco es razón que tu pareja esté esperando en casa para cenar, aunque puedes llamarla y decirle que empiece sin ti. Y eso ya te baja un poco más el listón de tu ánimo.

¿Y qué haces con tu compromiso?

Si eres como la mayoría de las personas, aquí tienes la respuesta a esa pregunta.

Dejas que se apodere de ti el dialogo interno. Y empiezas el ciclo de auto justificación.

En primer lugar, es probable que empieces a notar cada pequeña molestia en tu cuerpo, y esas pequeñas molestias se convierten en dolores. Y empiezas a decirte lo duro que es el trabajo en si mismo, y cuántos dolores y molestias más vas a a añadir mañana, todo por un compromiso que ahora te parece tomado a la ligera.

Y te dices que vas, pero realmente no te apetece nada de nada, porque estás hecho polvo, de mal humor y, para colmo, hambriento porque no has comido nada decente desde el desayuno.

En este punto, tu decisión ya está tomada. No lo sabes todavía, pero tu inconsciente ya ha creado la respuesta que cree congruente con tu estado, y ha tomado la decisión por ti. No vas a ir a correr. Para nada.

Todavía puedes ir a donde has quedado para correr, porque te pilla de paso hacia tu casa desde el trabajo, pero realmente no vale la pena, porque estás luchando una batalla contra tu inconsciente, una batalla que tu inconsciente no está de humor para perder después del día que has llevado. Y eso te pone todavía peor. Y sientes como tu compromiso empieza a debilitarse.

Así que, sin ningún esfuerzo de tu parte, te dejas caer en la auto complacencia y te justificas. Y lo haces genial. Está en la naturaleza humana hacerlo. ahora resbalas en el modo de auto justificación y eres brillante en ello. Todos los seres humanos lo hacemos en algún momento y en alguna medida.

Y te cuentas el cuento que te libra del compromiso…

  • Buufff, correr es algo que cansa mucho. Mejor empiezo mañana…
  • Además, no he comido bien y estar con el estomago vacío…
  • Además, necesito una camisa nueva para la presentación de la semana próxima, porque las que tengo…
  • ¡Puaj! Además, me he olvidado el mp4 en casa e irse a correr sin música es más que aburrido…

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Es esta etapa tu estado de ánimo está ya por los suelos. Y tu mente está creando una imagen de cómo te vas a ver después de una hora corriendo, tras un día de trabajo infernal. Y ya te imaginas sudoroso, dolorido y sin resuello. Y te dices que mejor te vas a casa hoy, te das una ducha, cenas con una buena copa de vino y tienes un rato de relax agradable viendo algo en la tele. Y mañana será otro día.

Al pasar por el sitio donde han quedado haces un gesto de saludo y sigues tu camino. Ya si eso, mañana mejor.

No se si has pasado por alguna situación igual a esta, pero estoy seguro de que has pasado por algo similar. Si no con correr, con una dieta, con una fecha límite. Todos tenemos alguna de esas experiencias que nos dejan algo descolocados. Y nos justificamos…

Algo te involucraba a comprometerte, a hacer algo que antes no harías. Y luego… Bueno, luego se busca una salida, una excusa para romper ese compromiso…

A lo mejor no era el correr durante una hora. Podría haber sido también la adquisición de un nuevo hábito, competencia o habilidad, como meditar, comer más saludablemente e incluso algo tan mundano como limpiar los cajones del despacho o estudiar todos los días algo nuevo que nos permita mejorar.

Y hay una gran razón por la que tantas personas se encuentran en estas situaciones como esta y no saben el por qué.

Y ese dialogo interno hace que entren en el círculo de la culpabilidad y que supongan que son débiles de voluntad, que son indisciplinados o, simplemente, crean que son unos vagos. Para algunas personas puede haber algo de cierto en ello, pero ese no es el verdadero problema. El problema es otro, y tiene que ver con el compromiso.

¿Cómo me comprometo?

Y el verdadero problema es en qué ponemos el foco.

En todos los ejemplos anteriores hemos percibido cómo la persona ha permitido que su foco de atención cambie, y que salte entre aquello que está buscando conseguir, y la incomodidad a corto plazo, y perdiendo de vista todos los beneficios que le va a proporcionar esa nueva actividad.

Piensa en todas esas excusas, en todas las razones que nos mantienen en la zona de confort. Todo está diseñado para evitar el dolor a corto plazo, en este caso se trata de hacer running y mejorar la forma física.

Sin embargo, el foco está en la incomodidad, en el cansancio, en la inmediatez. Ni una sola vez se centró la atención en la gran sensación de bienestar que genera un entrenamiento, llenando tu cuerpo con endorfinas y aumentando el umbral de tolerancia al cansancio, por ejemplo.

Nuestra persona ejemplo, no pensó ni una sola vez en lo genial que se sentirá dentro de seis meses, cuando los entrenamientos comiencen a producir mayores niveles de energía, y un cuerpo más fuerte y tonificado.

Y ni una sola vez consideró que hacer running aumentará su resistencia y disminuirá sus niveles de estrés, ayudándole a lidiar con los días chungos mucho más eficazmente.

Y ahí está la clave para permanecer en el compromiso. No es pura mentalidad o fuerza de voluntad, es donde estás poniendo el foco, a donde estás dirigiendo tu atención y, con ella, tu energía y la fuerza de tu inconsciente.

Centrarse en la perspectiva global, centrarse en los valores y centrarse en lo que aportará felicidad, salud y bienestar a largo plazo es el poder del compromiso, es la fórmula para mantenerse en aquello que nos hace crecer, valorar de forma diferente el confort del momento y, por lo tanto, mantener el compromiso creando una congruencia interna que nos empodera.
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