Según el libro de Los Cuatro Acuerdos, hay que ser impecable con las palabras. Si tomamos esto en consideración, habría que hacer una evaluación de las personas con las que nos relacionamos, qué les decimos y cómo lo hacemos. Así pues, desde los buenos días en el ascensor al vecino del perrito, hasta las buenas noches a nuestra pareja, antes de dormirnos deberían ser palabras expresadas con cuidado y con la intención de generar un mejor entorno.
¿Y nosotros?, ¿qué pasa con nosotros? Somos la única persona con la que pasamos 24 horas diarias, 365 días al año, todos los años, en todas las circunstancias. Si, como dice la neurolingüística, nuestras palabras generan nuestra realidad y nuestro estado, podríamos analizar un poco más lo que nos decimos. Y algo más, “coucheando” un poco, ¿para qué nos lo decimos?, ¿qué hay detrás de las palabras que nos dedicamos a nosotros mismos?, ¿cuál es la intención de las mismas? En el post http://wp.me/p2taMH-2d Háblate bajito, pero háblate bien… comentaba una de las técnicas de cambiar la intensidad de las palabras, el sentido de las mismas, utilizando el lenguaje que se utiliza en la hipnosis. Hoy quiero proponeros un juego nuevo…
En primer lugar, vamos a escoger una mini-meta, algo en lo que no estemos muy motivados, y que no sea tampoco difícil de conseguir, puede ser algo que estemos procrastinando, por ejemplo. Una vez establecido el “planecito de accioncilla” y, como parte del mismo, incluimos en las diferentes fases algunas frases cortas y motivadoras, y las implementamos con algo de visualización o auto-hipnosis. Y las asociamos a los momentos de acción sobre la tarea. Es fácil de realizar. Una vez hecha la primera prueba, vete buscando desafíos mayores, implementando dialogo interno reforzador como parte de tu plan de acción para las tareas específicas. Y me cuentas…
Disfruta…