Continuando con los fenómenos hipnóticos, a los que yo llamo indicadores de estado, hoy voy a hablar de aquellos parámetros físicos que experimenta la persona hipnotizada, algunos son perceptibles y otros, no tanto. Y no solamente me refiero a los fenómenos de relajación, que trataremos, sino a pistas que nos pueden ayudar a evaluar la situación del paciente en el momento del trance.
Los elementos físicos del estado de trance son muy variados, pero nos podemos fijar en la reactividad, la respiración, el pulso, el estado de la piel y la relajación facial. Cada uno de ellos requiere un estado de atención por parte del terapeuta que facilite la evaluación de los mismos en conjunto, lo cual nos llevará a tener clara cuál es la situación del paciente.
Empecemos por lo más visible. La relajación facial. Es el punto más fácil de evaluar, ya que, a través de una simple observación podemos percibir el grado de relajación muscular que presenta la persona. Hay que tener en cuenta que no todas las personas relajan igual su cara. Para comenzar, habrá que tomar varias referencias físicas durante la entrevista. Ello nos permitirá saber cuáles son los puntos de “tensión natural” de la persona en vigilia. Esto yo lo llamo “patrón de tensión facial”, es el estado de equilibrio facial de la persona en situación normal. Podemos incluir en nuestra encuesta, varias preguntas relacionadas con el problema que nos está exponiendo el paciente, además de utilizar los canales sensoriales en las mismas, para saber en qué grado afecta más o menos cada uno de ellos. Por ejemplo, una persona que viene a consulta y percibimos, antes de empezar la encuesta, que tiene fruncido el entrecejo. Ahí tenemos un punto de control para saber que es “naturalmente de ceño fruncido”, si durante la sesión se relaja ese punto, sabremos que vamos por buen camino, ya que habremos entrado en un estado interno en el que la persona se aleja de su “patrón de tensión facial”. Una vez tomado este punto, podemos preguntarle, visualmente, cómo se imagina sin fumar. Según sea su respuesta, podremos fijarnos si hay algún cambio en ese patrón. Después formularemos preguntas en auditivo y sensorial. Y observaremos cualquier cambio a nivel del “patrón de tensión facial”. Esto nos dará una pista clara de cómo reacciona mejor el paciente. Otra zona muy interesante es la tensión mandibular. En personas con mucho estrés se da con frecuencia, llevando incluso aparejado un problema de bruxismo.
Una vez en el estado de trance, cualquier cambio de relajación en el “patrón de tensión facial”, nos dará indicaciones bastante evidentes del estado interno de la persona, sirviendo además como punto de alarma en caso de variación a mayor tensión durante la sesión, indicando que existe una resistencia a la terapia o ha surgido algo que no está dentro del marco de la rutina que estamos llevando a cabo. En muchos casos de abreacción se puede percibir, si estamos atentos a las señales, que ha habido una sobretensión previa a dicha abreacción. Así pues, esta observación nos ayuda a ayudar mejor a nuestro paciente.
Algunas más de las observaciones en la cara serán: los ojos, la mayor o menor tensión en los párpados, (luego hablaremos de los movimientos oculares), ligeros tics en cualquier parte de la cara, una variación de las aletas de la nariz y, también, el grosor de los labios, o la sensación que yo llamo de “orejas caídas”, ese punto en el que la cara parece que “cuelga” del hueso y se deja llevar por la gravedad. Todos estos puntos, evidentemente, tendremos que tomarlos en consideración antes de la sesión, para poder utilizar sus variaciones sobre la marcha durante el momento del trance.
Hay que preguntar a la persona si está cansada antes de la sesión. Es importante ya que así evitaremos confundir síntomas de cansancio con tensiones naturales. Además, nos dirá si el paciente tendrá más tendencia a dormir, con lo cual podremos extremar nuestra atención a las variaciones en el tono muscular de la cara, especialmente de la mandíbula. (Queda regular que el paciente babee o ronque durante la sesión).
Para terminar con la cara y su “patrón de tensión facial”, hay que hablar de la gran indicadora, la frente. Cuanto más lisa, normalmente y salvo casos aislados, nos da una indicación del grado de relajación casi tan interesante como la mandíbula, y como punto de alarma, será de las primeras partes de la cara en entrar en tensión
Por cierto. Propongo un juego/experimento. Se trata de observar a personas cercanas a nosotros en diferentes situaciones del día a día. Fijándonos en el “patrón de tensión facial”, y en cómo cambia en diferentes momentos, contextos y situaciones. Sirve como entrenamiento, y como herramienta para aprender a comunicar mejor con esas personas.