No, repito, no es necesario aprenderse el discurso al pie de la letra. Déjalo fuera de tu memoria, en su lugar, conoce bien el contenido. Habrás escuchado a mucha gente que memorizar totalmente tu discurso es una de las cosas más importantes. Disiento. En primer lugar, si por cualquier razón, el entorno o las condiciones cambian, tendrás más facilidad para perderte que sí, simplemente, sabes de lo que tienes que hablar. En muchas ocasiones, según el auditorio o el contexto, te va a ser imposible recordar palabra por palabra lo que has escrito y, créeme, muchas cosas pueden suceder durante una charla. Como muestra un botón. Hace un tiempo estaba dando una conferencia en un espacio comercial, abierto y, pese a que había sitios donde sentarse y estaban casi todos llenos, se me acercó una señora, interrumpiendo lo que estaba diciendo y me preguntó el precio de uno de los artículos que vendían allí. Amablemente le contesté que se lo preguntara a las personas encargadas. Si hubiera memorizado mi charla, probablemente, hubiese roto mi concentración en recordar lo que tenía que decir. Sin embargo, al tener un hilo conductor, y una estructura para utilizar con el mensaje que quería utilizar, pude continuar de forma fácil con mi charla, aprovechando además, para ejemplificar lo que estaba diciendo. Todo el público estaba a la expectativa de qué iba a suceder a continuación. Como percibía las reacciones, modifiqué sobre la marcha parte de lo que iba a decir. Cuando estás dando un discurso, se ve la forma en que el público está reaccionando y a veces tienes que modificar tu exposición, basándote en la retroalimentación que te están dando. Si has utilizado el método de memorizar tu discurso, pierdes flexibilidad, además de espontaneidad y naturalidad. En su lugar, conoce tu contenido, asegúrate de que lo sabes muy bien y si ten un discurso planificado. Otra de las cosas que sucede cuando tienes un discurso memorizado es que tienes menos lugar para la creatividad y la improvisación, y eso, para mí, es una forma empobrecida de exponer en público, ya que te estás limitando a ser un mero busto parlante y eso se nota en una comunicación más pobre, mayor rigidez corporal y un menor control de los nervios, ya que añades un temor, el olvidar lo que tienes que decir, a todo el proceso. Así que ya sabes. Aprende de lo que quieres hablar, no lo que quieres decir, ensaya diferentes fórmulas para exponerlo, hazlo de forma lo más amena posible, añade toques creativos y simplemente sal a aportar a los demás aquello que deseas aportar, como persona, como orador.
Otra de las cosas que te invito a que tengas en cuenta es que, normalmente, aprender algo de memoria al pie de la letra, necesita más recursos mentales que aprender el sentido de lo que se estudia. El cerebro está más preparado para manejar conceptos que letras una detrás de otra. Crea una serie de preguntas guía que te pueden servir para desarrollar tu exposición respecto a ellas. También puedes utilizar palabras o inicio de frases clave que te sirvan como enlace para saber qué quieres decir a continuación. Hay un mundo de creatividad en la oratoria y eso es lo que te invito a conseguir, destapar tu lado lúdico y divertido a través de hablar en público.
Te espero muy pronto con el siguiente consejo.